El riesgo
111Aunque envíes tu grano por la superficie del mar, al
cabo del tiempo lo recobrarás; 2aunque lo dividas en siete o en ocho partes, no sabes las desgracias que pueden suceder en
la tierra. 3Si las nubes van llenas, descargan la lluvia sobre el suelo. Caiga al sur o hacia el norte,
el árbol queda
donde ha caído. 4Tanto mirar los vientos, que no se siembra; tanto mirar las nubes,
que no se siega.
5Si no entiendes cómo un aliento entra en los miembros en un seno preñado, tampoco
entenderás las obras de Dios, que lo hace todo. 6De mañana siembra tu semilla y
a la tarde no cruces los brazos, pues no sabes cuál de las dos siembras resultará
o si las dos tendrán igual éxito.
Juventud y vejez
7Dulce es la
luz y los ojos disfrutan viendo el sol. 8Por muchos años que viva el hombre, que
los disfrute todos, recordando que los años oscuros serán muchos y que todo lo que
viene es vanidad. 9Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud;
déjate llevar del corazón y de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo. 10Rechaza las
penas del corazón y rehúye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras.
11,1-6 Si algo
acepta y aconseja Qohelet es disfrutar del fruto del propio trabajo. Luego hay
que trabajar para obtener ese fruto. Ahora bien, la correspondencia entre
trabajo y resultado no es mecánica, la proporción no es matemática, el éxito no
es seguro. ¿Luego no vale la pena trabajar?
La inseguridad
es de dos filos: una empresa arriesgada -el comercio marítimo- tiene éxito, una
empresa normal se expone a múltiples riesgos; las nubes hacen crecer el árbol,
el viento lo derriba, nubes y viento siguen sus leyes, entre firmes y caprichosas.
El varón no
sabe exactamente cuándo su mujer va a concebir o cómo entra la vida en el feto,
¿cómo va a saber el plan misterioso de Dios, que da y sustenta toda vida? La
conclusión de Qohelet es positiva: hay que trabajar afrontando el riesgo y con
esperanza.
11,1-2 Algunos
autores interpretan estos dos versos como recomendación a ser caritativos.
11,3 Por la
terminología recuerda 1,5-7.
El árbol caído
no se levanta para repetir su ciclo (pero léase Job 14).
11,5 Sobre el
misterio de la concepción y gestación pueden leerse Sal 139; Job 10; 2 Mac 7,22.
11,7-8 Al
acercarse el autor al final de su libro, adopta un tono lírico, melancólico, como
un adiós a la vida. A pesar de los límites y el desengaño, ama intensamente la
vida, la siente más entrañablemente cuando se va a acabar. ¿Es mejor el final
que el comienzo (7,11)? Es mejor punto de vista para apreciar y valorar.
Luz y sol son
motivos simbólicos. Que el recuerdo de la noche que se aproxima haga más
intenso el disfrute de lo que queda. La muerte, la noche, se anticipa en vida,
en un crepúsculo que es vida mezclada de muerte, por eso hay que gozar de la
juventud, que es el mediodía, el sol en cenit, antes de que sea demasiado tarde.
El primer
consejo no es muy convencional (véase Nm 15,39). El juicio de Dios no significa
castigo por haber gozado, sino más bien lo contrario: quien no aproveche el
plazo dará cuentas de su negligencia. El juicio de Dios invita a gozar de la
juventud; cada cosa tiene su sazón (3,1). La fugacidad de niñez y juventud es su "vanidad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario