viernes, 3 de agosto de 2012

CAPÍTULO 5.


5 1Cuando presentes un asunto a Dios, que no te precipiten los labios ni te arrastre el pensamiento. Dios está en el cielo y tú en la tierra: sean tus palabras contadas. 2En lo que soñamos asoman nuestras preocupaciones, en las muchas palabras se escucha al necio. 3Una vez hecha una promesa a Dios, no difieras cumplirla; no le agradan los necios, lo prometido cúmplelo. 4Mejor no hacer promesas que hacerlas y no cumplirlas. 5No dejes que tu boca te haga reo de pecado ni digas después al mensajero que fue por inadvertencia; pues Dios se irritará al oírte y hará fracasar tus empresas. 6Muchas preocupaciones traen pesadillas, muchas palabras traen vanidades; tú teme a Dios.

Autoridades

7Si ves en una provincia oprimido el pobre, conculcados el derecho y la justicia, no te extrañes de tal situación: cada autoridad tiene una superior, y una suprema vigila sobre todas. 8Con todo, sale ganando el país si el rey está al servicio del campo.

Riquezas

9El codicioso no se harta de dinero y el avaro no lo aprovecha: también esto es vanidad. 10Aumentan los bienes y aumentan los que se los comen, y lo único que saca el dueño es verlo con sus ojos. 11Dulce es el sueño del obrero, coma mucho o coma poco; el que se harta de riquezas no logra conciliar el sueño.
12Hay un mal morboso que he observado bajo el sol: riquezas guardadas que perjudican al dueño. 13En un mal negocio pierde sus riquezas, y el hijo que le nació se queda con las manos vacías. 14Como salió del vientre de su madre, así volverá: desnudo; y nada se llevará del trabajo de sus manos. 15También esto es un mal morboso: tiene que irse igual que vino, y ¿qué sacó de tanto trabajo? Viento. 16Toda su vida come en tinieblas, entre muchos disgustos, enfermedades y rencores.
17Ésta es mi conclusión: lo bueno y lo que vale es comer y disfrutar a cambio de lo que se fatiga el hombre bajo el sol los pocos años que Dios le concede. Tal es su paga.
18Si a un hombre le concede Dios bienes y riquezas y la capacidad de comer de ellas, de llevarse su porción y disfrutar de sus trabajos, eso sí que es don de Dios. 19No pensará mucho en los años de su vida si Dios le concede alegría interior.

5,1 Hay que guardar las distancias. El hombre no puede forzarlas a fuerza de hablar (Sal 115,16). También la tierra está organizada por Dios y no está a merced del hombre ni directamente ni por el camino de muchas plegarias.

5,2 Texto dudoso. Las muchas preocupaciones traen pesadillas, y así el hombre no descansa de noche (2,23); de modo semejante, las muchas palabras producen una voz, un timbre de "necio o insensato", con algo de pesadilla y falta de coherencia. ¿Y a esto lo llaman rezar?, ¿agrada eso a Dios?
Responde el verso siguiente.

5,3 Cita casi literal de Dt 23,22. Véanse también Sal 66,13 Y 76,12.

5,4 Véanse Prov 20,25 y Mt 5,33.

5,5 El mensajero es probablemente el sacerdote (Mal 2,78). "Por inadvertencia": según la legislación de Lv 4-5. Las excusas; en vez de arreglar sus asuntos, los empeora.

5,6 Texto difícil. Nuestra traducción añade
 una palabra. Qohelet parece sugerir que su reflexión despiadada fomenta más el auténtico sentido religioso que las plegarias multiplicadas de otros "necios".

5,9-6,12 El tema básico de esta reflexión son las riquezas y su disfrute. Las riquezas son sometidas a la prueba del esfuerzo requerido y del disfrute, después, a la prueba de la duración, de la muerte y la sucesión. Su valor queda así relativizado, mientras triunfa el principio del disfrute moderado. Dios puede concederlo, y esto es lo decisivo.

5,9 El codicioso, como no se sacia, quiere siempre más y vicia el sentido y función de la riqueza (véase 1,8). Por su parte yerra el avaro, porque niega por sistema el disfrute, destruyendo así el sentido de la riqueza.

5,10 Supongamos el caso del rico no avaro: tiene que mantener su fama y posición, tiene que invitar y ofrecer. Inmediatamente comienza a atraer a los gorrones, más cuanto más rico es (Prov 19,4.6). No puede negarse del todo, so pena de pasar por avaro. Y así le queda el amargo consuelo de ver que otros consumen el fruto de su esfuerzo, que él no puede disfrutar.

5,11 Otro inconveniente: la preocupación por guardar lo conseguido, las amenazas que atraen las riquezas.

5,12-13 Éste puede ser un avaro y también uno que guarda con mucho cuidado lo que posee. Las riquezas por naturaleza no son duraderas, y por eso su valor es relativo.

5,14-15 Y si las riquezas no acaban en vida de su amo, acabarán con su muerte. Véanse Gn 3,17-19 y Job 1,21; Sal 49.

5,16 "Come a oscuras" el contexto favorece el sentido metafórico: comer incluye cualquier clase de consumo, las tinieblas indican desgracia y tristeza; consumir sin llegar a disfrutar.

5,17 Así llegamos a la conclusión sabida: lo que vale es disfrutar de la vida sencilla (2,24-26; 3,12-13.22). Hasta aquí el proceso reflexivo ha sido bastante lineal. En adelante va a dar vueltas a esta conclusión.

5,18-19 Lo hace sugiriendo dos casos opuestos por la intervención de Dios. El primer caso comenta o ilustra la conclusión sobre la vida sencilla. Don de Dios no son las riquezas, sino el disfrute del propio trabajo.

5,19 Versículo dudoso. La alegría profunda, la satisfacción interna hacen que no pensemos en la brevedad de la vida, porque la alegría nos concentra en el disfrute presente. 

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